Volver a la página de inicio Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

:: www.cervantesvirtual.com » Historia » Carlos V » Cultura » Notas históricas

Cultura

Notas históricas


La tecnología europea en la época de Carlos V

Joaquín Pérez Melero

Universidad de Salamanca



     La primera mitad del siglo XVI constituye, bajo el punto de vista tecnológico, un punto de inflexión entre la etapa medieval y la plenamente «moderna». A 50 años de dos acontecimientos fundamentales en la historia de Europa, y mundial, como fueron el final de la guerra de los 100 años y la invención de la imprenta, el siglo XVI viene a ser, en cuanto a tecnología, el comienzo del «progreso» como justificación del desarrollo, la expansión y la utilización de la tecnología a gran escala.

     El Emperador ejemplifica, en cierto modo, esta «bisagra» entre dos mundos. Militarmente, hereda el nuevo concepto militar del «tercio», combinación de infantería piquera y arcabucera, desarrollada al extremo por los ejércitos italianos de su abuelo Fernando y puesta a punto gracias al desarrollo, ya definitivo, de las armas de fuego portátiles. Sin embargo, es aún un rey justador, con una mentalidad de batalla francamente medieval (aún él mismo comanda los ejércitos imperiales en Mülhberg) y uso de armadura a caballo.

     Desde este momento triunfan las unidades flexibles de infantería arcabucera, combinadas con unidades artilladas (de campaña y de sitio) que acabarán con toda la panoplia medieval, tanto ofensiva como defensiva. Este modo de batalla se mantendrá sustancialmente hasta el siglo XVIII e incluso en algunos casos hasta el XIX. Europa cambia, y no sólo militarmente hablando. La guerra pasa de ser una actividad estrictamente profesionalizada a un asunto de estado en el que el ejército de leva nacional (posible en los nuevos marcos políticos que aparecen en todo el continente) se convierte en el protagonista.

     Europa se hace más pequeña, no sólo por el desarrollo de la guerra que, de una forma bastarda, pone en comunicación a holandeses, castellanos, sicilianos, suecos, alemanes, etc., sino que el desarrollo fulgurante de la joya tecnológica de la época, la imprenta, consigue abaratar la producción de libros y escritos hasta límites nunca conocidos. Ya a comienzos de siglo la imprenta está firmemente consolidada, proveyendo de libros baratos (es decir, más baratos; caros, pero mucho más baratos que los manuscritos) a una gran cantidad de gente a la que le resulta posible ahora comprarlos. El comienzo de las exploraciones transoceánicas representa, de igual modo, el comienzo de una etapa de exportación de tecnología, de superioridad tecnológica de hecho, que permitió a los europeos echar las bases de varios sistemas imperiales.

     Desde luego, las navegaciones portuguesas son anteriores al siglo XVI (se considera la toma de Ceuta por los portugueses, en 1415, como el inicio de la época de expansión europea), pero el punto de arranque de la renovación naval se localiza mejor en el cambio de siglo, cuando toman cuerpo las nuevas formas de construcción y aparejo, ejemplificadas en la carabela (posteriormente, en el galeón), que permitirán un acceso viable a los nuevos continentes de explotación; es el triunfo de la navegación atlántica, en detrimento de la mediterránea que, sin desaparecer, comienza su decline. Continentes que serán dominados gracias, precisamente, a la superioridad tecnológica europea. Durante esta primera mitad del XVI, sin embargo, permanecen tanto en el imaginario colectivo como en la vida diaria, gran parte de la herencia medieval. No solamente como referente mental sino como realidad palpable. Las excepciones, la más conocida de las cuales es el siempre extraordinario y sorprendente Leonardo da Vinci, son raras.

     La vida sigue parámetros medievales, y eso incluye la tecnología. Molinos, batanes, instrumental técnico, e incluso las grandes realizaciones técnicas de la arquitectura datan, al menos, de un siglo antes: el Renacimiento sustituyó al gótico, pero solamente como estilo arquitectónico. Nada iguala las alturas de vértigo de las catedrales góticas, ni a las exquisitas soluciones italianas del Cinquecento. Y aún queda un siglo hasta las nuevas técnicas defensivas de Vauban. Pero, aunque poco, se avanza inexorablemente.

     La minería comienza a recoger los frutos de un siglo, el XV, que ha supuesto una considerable renovación tanto en las técnicas mineras como en las metalúrgicas e incluso en la acuñación, en la gran zona minera centroeuropea de la baja Alemania, Austria, Hungría y Bohemia.

     A mediados de siglo, coincidiendo con el cambio de reinado en España, se dan a la imprenta los grandes manuales de tecnología minero-metalúrgica de Erckert, Biringuccio y, especialmente, Bauer (Agrícola), que ponen a disposición del público interesado el estado del arte con una perfección que tardará al menos otros dos siglos en conocer un avance tan sustancial. Y se preparan las máquinas que acuñarán la marea de plata que ya comenzará a inundar Europa desde 1545, con el desarrollo americano de la amalgama. Dentro de la política de desarrollo general de los nuevos estados-nación, los trabajos públicos adquieren singular importancia. Presas y, especialmente, canales, dan la pauta.

     Los canales del norte de Italia sirven de referencia a los ingenieros de media Europa, y surgen por casi todas partes (incluyendo la sequísima Castilla) diseños de esclusas y compuertas. El drenaje mecánico holandés llega a su punto culminante, y la rueda hidráulica y el molino se reproducen hasta casi el paroxismo para cualquier clase de trabajo; a comienzos de siglo llegan a Castilla los primeros molinos de viento de la mano de la corte flamenca de Felipe I. Juanelo construye en Toledo el maravilloso sistema de abastecimiento de aguas de la ciudad, que «hacía un ruido de mil demonios» pero subía el agua 50 m en vertical desde el Tajo; y un coetáneo aragonés deja constancia del estado de la mecánica europea de la época en «Los 21 libros de los ingenios y las máquinas».

     Incluso en la vida cotidiana se notaban cambios. El caballo, aunque caro, comenzaba a sustituir en algunos sitios al buey como bestia de tiro debido a la expansión de las mejoras del atalaje. En zonas concretas se venía experimentando una constante evolución del equipo agrícola, especialmente en la composición del arado, que, a partir del siglo XII, extiende por las tierras húmedas de Europa la reja de vertedera. Pero no en todas, claro. La agricultura de las riberas mediterráneas sigue, en la práctica del XVI, anclada en el modelo romano. Y seguirá así, aún por bastante tiempo.



Mapa del sitio / Web map Página mantenida por el Taller Digital Marco legal Página principal Enviar correo