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Elogio de Europa

Pilar Rivero

Julián Pelegrín

A los ojos de Estrabón, de todas las tierras de la ecúmene es Europa la que disfruta de las condiciones más favorables para progresar hacia la civilización, ya sea por la bondad de las regiones que la componen o, lo que es más importante, por las capacidades de las gentes que la habitan. Dichas capacidades se manifiestan en sus casos más notables en griegos y romanos, pues si aquellos alcanzaron la civilización por sí mismos -valoración característica de un autor helénico-, estos últimos la han difundido entre otros pueblos -perspectiva oficial dominante a comienzos del Principado.

Historiador y geógrafo griego nacido en Amasia del Ponto (65 a. C. - ca. 19 d. C.), además de una Historia, hoy perdida, que continuaba a la de Polibio, Estrabón es conocido por su Geografía, la cual ha llegado hasta nuestros días prácticamente íntegra. Redactada en diecisiete libros, se trata de una auténtica etnogeografía que describía el mundo conocido y sus habitantes y que reúne un enorme volumen de información de carácter geográfico, etnográfico, histórico y mitológico.

«Así es, pues, el Mar Nuestro. Y también debemos describir las tierras que le rodean, comenzando por las mismas partes por las que también describimos el mar. Así pues, según se penetra navegando por el Estrecho de las Columnas, a la derecha está Libia hasta el curso del Nilo y a la izquierda, al otro lado del estrecho, Europa hasta el Tanaide; y ambos continentes terminan en Asia.

Hay que empezar por Europa, porque tiene una forma muy diversa y es la más favorable para la superioridad de hombres y de regímenes políticos y la que más se ha distinguido por su transmisión a otros continentes de sus bienes propios, puesto que toda ella es habitada excepto una pequeña parte inhabitable por el frío y que limita con los pueblos que viven en carros en la zona del Tanaide, del Meótide y del Borístenes. En la parte habitada, la de clima extremado y la montañosa es penosa de habitar por su naturaleza, aunque con un buen gobierno incluso las zonas pobres y llenas de bandidos se civilizan. Como es el caso de los griegos, que con un país montañoso y pedregoso lo habitaron felizmente por su previsión en la política, en las artes y en cualquier otro dominio de la inteligencia referente a la vida. Y los romanos, que se han hecho cargo de muchos pueblos incultos por naturaleza, por las regiones que habitan o por ser escarpados o sin puertos o helados o difíciles de habitar por cualquier otro motivo, han trenzado lazos entre pueblos que estaban desprovistos de ellos y han enseñado a pueblos más salvajes a vivir civilizadamente. Toda la parte de Europa que es llana y templada por naturaleza participa de estas cosas porque en un país feliz todo es pacífico, mientras que en uno desgraciado todo tiende a la guerra y al valor varonil. Estos pueblos también se prestan mutuos beneficios: unos ayudan con sus armas, otros con sus cosechas, artes y la formación de sus costumbres. Evidentes son también los mutuos daños que se infligen si no se ayudan: la violencia de los que poseen las armas tiene una cierta superioridad a no ser que sean vencidos por el número. Y sucede precisamente que también en esto es excelente este continente, pues todo él está atravesado por un abigarrado complejo de llanuras y montañas de forma que por todas partes se encuentra el elemento campesino y el político, así como el guerrero. El primero es más abundante, el que es propio de la paz, de forma que domina sobre todo al haberlo tomado los pueblos dominantes, los griegos en primer lugar y después los macedonios y los romanos. Por ello es también Europa la más autárquica tanto para la paz como para la guerra, pues posee una inagotable muchedumbre para la guerra, para trabajar la tierra y para dirigir las ciudades. Y también es superior en el hecho de que produce las mejores cosechas y las cosas necesarias para la vida y todos los minerales útiles; importa perfumes y piedras preciosas, con cuya escasez o abundancia nuestra vida no es peor. Asimismo es inagotable en todo tipo de rebaños y escasa en animales salvajes. Tal es la naturaleza, en líneas generales, de este continente».

(Estrabón, Geografía, II, 5, 26. Traducción de Javier García Blanco, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 1991.)